lunes, 5 de enero de 2009

clari y el farolero


Clarita y el Farolero.-
 
 
 
Ya el reloj marcaba las doce, sonaba la alarma de uno de los relojes del lugar, las luces desaparecían rápidamente y la calle comenzaba a hacer silencio. Miles de personas en situaciones diferentes, estaban por dormir. Ella los miraba desde el gran vidrio. Comenzaban los sh sh, porque algunos también querían dormir ahí, había sido un largo día de trabajo. Pero para aquellos, cuya función es la de permanecer inmóviles al ser observados por miles de posibles
  dueños, la noche era el comienzo del día.
Clarita esta vez no quiso salir, estaba cansada de esa vida de encierro, sonriendo y siempre espléndida para quien sabe quien y vaya a saber uno a cambio de que cosa. Los demás le decían alentadores que irse iba a ser lo mejor que podía
  pasarle, que alla afuera ella iba a poder disfrutar mas que nunca su verdadera vocación, pero ella estaba  cansada, cuando alguno medio extraño se le acercaba ella no sonreía, y apenas hacia sus gracias. No estaba para cualquiera, mas alla de su pobre condición de sirviente, Clarita quería algo mejor, sabia que quería.
Clari es una hermosura de muñeca, tiene los cachetes pintados por designio natural y hoyuelos que se marcan cada tanto, ya que cada día sonríe menos y piensa mas, pobre Clari piensan afligidos sus compañeros, esta perdiendo la alegría. Clari no tiene mas que amigos en donde vive, y muchas veces se siente sola igual, y triste. Ella sueña con encontrar un lugar mejor, Clari sueña con bailar para un merecedor publico. Desde que nació supo lo que quería, porque es mentira que uno se va dando cuenta con el tiempo, uno medio que sabe lo que quiere, pasa que a veces no sabe como se dice. A mi me paso hoy por ejemplo, que no se me venia la palabra cajón de plástico para poder explicar que en la casa de mi abuela ordenando algunas cosas encontré un cajón de plástico antiguo de coca cola re lindo y que mi abuela me lo había regalado. Pero ella si sabe decirlo, Clari baila para sus amigos cada noche. Ttiene un tulcito violeta que la hace mas delicada de lo que ella es en verdad. Un rodetito en el pelo tapado con la misma tela de su pollera de tul violeta. Ella sabe que la va a venir a buscar, esta segura.
 
Cada noche piensa en ese posible dueño que una vez paso y se quedo mirandola como impresionado, es mas ella escucho cuando el pregunto acerca de sus características, pero también escucho el ruido de la puerta y una campanita que avisaba que el se había ido, desde ese entonces la bailarina se arregla cada mañana, y a veces hasta agarra algún libro que pueda hacerla mas interesante, y se sienta en el lugar que le corresponde
, bueno cuando la dejan salir, y mira pasar miles de personas por la vereda, no las entiende, pasa el día pensando en lo que estarán pensando, piensa que los podría alegrar bailando, si el la viniera a buscar algún día. Clari tiene la intuición de que así será, pero a veces se olvida de que sabe que va a venir, y se pone triste, y se despinta y se acuesta  a dormir, y no habla con nadie.
 
Esa noche lo vio pasar, iba solo, y se detuvo a mirarla, pero ella se escondió antes, estaba ofendida y como típica mujer quiso hacerse la canchera, el la buscaba porque se notaba y al no verla saco una libretita y busco un lápiz,
  y escribió: “ya vengo, esperame Clarita“, lo metió por debajo de la puerta y se fue.
 
Clari hacia mucho que no salía de donde estaba, estaba casi pegada, solamente la hacia mover una música monótona que sonaba cada vez que un cliente entraba a mirarla. Pero no podía, ella necesitaba ver que decía esa nota, junto todas las fuerzas posibles, levanto de a una con mucho cuidado sus alpargatitas de ballet, sus amigos pensaban que se iba, ella no respondía nada, le dolían las piernas y el rodetito se le deshacía, llego hasta la puerta y leyó la nota.
Volvió sonriendo a su caja de música, porque Clari es una muñequita que baila a cuerda, vive en una tienda y esta esperando al farolero. A ese tipito que todas las noches pasa con un palo largo, mas largo que el, y prende foquitos en las calles, y vuelve a pasar cada mañana, antes de que abra el negocio para apagarlos, porque el sol ya despertó.
 
Clari agarro rápidamente sus cosas, rompió un pedacito de vidriera con la ayuda de sus amigos y salió dando saltos rápidos hasta alcanzarlo, y juntos se fueron enamorados, encendiendo faroles en las veredas de Buenos Aires, alla abajo donde nunca miramos, alla donde viven hormigas y donde hay papeles que la gente tira, donde hay broches de pelo y boletos de colectivos también, donde de vez en cuando el farolero encuentra oro, esas moneditas que la gente pierde, esas cosas que no vemos por andar mirando para cualquier lado. Así que nada de asustarse! Si ven a una bailarina con curitas en los pies y con dos cachetes pintados desde nacimiento que da saltos por los bordecitos de las calles de Buenos Aires, y a un farolero que por andar enamorado anda teniendo reclamos de sus clientes (se esta olvidando de prender algunos focos, anda mirando lo que importa), son ellos dos: Clari y el Farolero, que la cuida.

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